jueves, abril 03, 2008

Empédocles y el Ciclo Cósmico

Empédocles es creador de una cosmología bastante peculiar, en la cual se retoman algunos puntos considerados por pensadores antiguos en su sus respectivas construcciones cosmológicas, Se puede notar en la forma esférica del Uno, una referencia al ser esférico de Parménides[1]; partiendo de tal forma símil, agrega modificaciones esenciales que explican el desarrollo de las cosas tal como las conocemos, agregando movimientos y procesos que hacen de la multiplicidad algo verdadero pero transitorio. En lo que sigue examinaremos el fragmento diecisiete[2] para darnos una idea de la manera en que se lleva acabo el ciclo cósmico.

“Será doble mí discurso: pues tan pronto el Uno creció y se quedó uno solo desde mucho, tan pronto se dividió para ser muchos a partir de Uno.”

El origen de todas las cosas está en este Uno esférico, que en un proceso de separación da nacimiento a la multiplicidad de las cosas, dicho proceso parte del uno hacía el todo, mediante una desarticulación; lo doble del discurso parece referirse a lo que dice líneas más adelante, donde se vislumbra el ciclo:

“Doble el nacimiento de las cosas mortales, doble su cesación: Pues el encuentro de todos los seres en uno engendra la cesación de ellos y acaba con su nacimiento, pero al desunirse los seres el nacimiento vuelve y se desvanece la cesación. Y este perpetuo movimiento alternante nunca tiene fin, unas veces reuniéndose todos los seres en uno por el Amor, otras separándose todas las cosas arrastradas por la repulsión del Odio”

Las cosas mortales son generados por la separación de el Uno original, impulsada por el Odio, que lo disgrega en partes; dicha división permite el surgimiento de las cosas múltiples, pero en un caso extremo hace que todo este separado, eliminando nuevamente lo generado, hasta que el proceso contrario impulsado por el Amor, lleva lo múltiple hacia el Uno, siendo el espacio intermedió del proceso, la ventana de tiempo durante la cual vuelve a presentarse generación de multiplicidad de objetos que conforma un mundo análogo al que conocemos. Es un ciclo que se cumple para uno –del Uno a lo completamente disgregado, y viceversa- y otro lado, y que otorga una realidad momentánea a los cosas múltiples, a la separación total, y al Uno:

“Así por cuanto el Uno ha aprendido a nacer de los muchos, y de nuevo, disgregado el Uno, los muchos surgen por eso nacen y nacen y no hay vida firme para ellos […]”

También se nos dice de que está hecho todo, la materia que forma lo Uno:

“fuego, agua, tierra y éter inmensamente alto, y aparte de ellos el Odio funesto, igual de peso en todos, y el Amor entre ellos, igual en longitud y Altura […]. Todos estos elementos son iguales en fuerza e igualmente antiguos, sin embargo, cada uno se preocupa de una función y son de distinto carácter, por turno dominan la evolución del tiempo. Y entre ellos nada viene a la existencia ni cesa de ser. Pues si ellos hubieran sido destruidos continuamente no existirían ya.”

Estos cuatro elementos o raíces, en conjunto con las dos fuerzas que los mueven hacia la separación y la unión en el ciclo cósmico, son las que dan origen a todas las cosas de este mundo. En cuanto a las raíces, estas poseen distintas características, y por tiempos predomina una sobre otra; Son el sustento material de lo que existe, y no fueron generadas, a la ves que se mantienen incorruptibles, existiendo siempre en las distintas vicisitudes de todo lo que es.

Por último se nos dice: “No, que estos elementos son los mismos, sino que, pasando unos a través de otros, nacen cada vez en una forma, permaneciendo siempre iguales”. Es así como se integran al ciclo, volviendo a formarse después de una combinación entre ellos que formó todo lo existente en los distintos momentos del mismo. Pues todo existe, y lo que varía es la forma en que se presenta, durante momentos definidos y acotados en el tiempo.



[1] v. G.S. Kirk y J.E. Raven. The presocratic philosophers, p. 329

[2] Simplicio. Physica, 157, 25 y 161, 14; Plutarco Amat., D; Clemente, Stromateis, V, 15 apud textos presocráticos / Heráclito, Parménides, Empédocles pp. 109-111

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