miércoles, enero 16, 2008

Parménides: Proemio

La pareja de yeguas que me lleva me ha transportado

Tan lejos como mi corazón deseaba, después de conducirme a lo largo

Del sagaz camino de la diosa, que conduce al que conoce

Incólume adondequiera que va. Allá fue adonde corrí, pues allá

Fui arrastrado por los inteligentes caballos que tiraban del carro,

Mientras unas doncellas me dirigían. los ejes despedían centellas en los cubos

Y rechinaban con un sonoro silbido (pues, una para cada lado,

Un par de gigantes ruedas los aceleraban),

Cuando las hijas de Helios acrecentaron la velocidad de mi marcha,

Olvidando la morada de la noche al dirigirse hacia la luz

Y quitándose los velos de la cabeza con las manos.

Allí se alzaban las puertas de los senderos de la Noche y del Día

Y en torno a ellas un dintel y un umbral de piedra.

La etérea puerta está cerrada con inmensas hojas batientes

Y las llaves de versátiles usos se encuentran en las manos

De Dike, la de los castigo múltiples. A ella, pues, fue

A quien las doncellas persuadieron con palabras cuidadosamente cariñosas

A que apresurara a quitar la barra con la clavija de la puerta.

Y cuando esta abrió las alas, la boca de las hojas se abrió en un gran bostezo.

Mientras que los montantes revestidos de bronce con sus ejes y pernos

Se balancearon en sus alvéolos. Y allá, dirigiéndose recetas

A través del pórtico, condujeron las doncellas caballos y carro

Por la trillada ruta de los carruajes. Y amablemente

Me recibió la diosa. Tomando mi diestra mano en las suyas,

Me enderezó estas palabras y habló así: “¡Oh joven, que vienes

A nuestra casa con tu escolta de inmortales conductores

Y estas bellas yeguas que te han traído, bienvenido, salud!

No es ninguna mala Moira quien te hace venir por esta vía

(Pues en rigor está alejada de los senderos frecuentados por los hombres),

Sino Temis y Dike. Y Ahora tienes que estudiar todas las cosas:

No solo el intrépido corazón de la Verdad bien redonda,

Sino también las opiniones de los mortales, en que no cabe verdadera confianza

domingo, enero 13, 2008

Tales de Mileto, ¿El primer filósofo?

No conservamos ningún documento escrito por Tales de Mileto (Según algunos no escribió nada, mientras otros le atribuyen la autoría de un par de libros: “Del regreso del sol de un trópico a otro”, y “Del equinoccio”[1]), lo cual en principio constituye la mayor dificultad con que nos topamos en el intento por conocer su estatus entre los pensadores antiguos. Sin embargo, contamos con informes de doxógrafos y filósofos, que si bien no pueden considerarse completamente confiables, resultan de gran ayuda para crearnos una idea general de su pensamiento, permitiéndonos esto ponderar su aportación.

Sabemos que “Fue el primero que tuvo el nombre de sabio, cuando se nombraron así a los siete, […] según escribe Demetrio Folero en el catálogo de los arcontes”[2]. Dicha colocación de Tales entre los hombres más sabios de su época no es cuestionada (y este no es el lugar para hacerlo), pero ¿Resulta esto suficiente para calificarlo como filósofo?

Importante para responder esta cuestión, es lo documentado por Diógenes Laercio: “Dijo que ‘el agua es el primer principio de las cosas; que el mundo esta animado y lleno de espíritus’ [3]. Esto nos muestra un interés de Tales, por conocer a mayor profundidad el mundo en su derredor; se pregunta por el origen de todas las cosas, y les establece un punto de partida común. Aquí queda marcado el principio de una reflexión que le llevó a cuestionar lo que le rodeaba, y a no aceptar las cosas tal cual por el simple hecho de estar “dadas” de una específica manera. Aristóteles observa la labor de Tales en esa dirección, y lo llama el “padre de la filosofía”, por ser el primero en estudiar la naturaleza de la materia[4], y justifica dicha apreciación elaborando una explicación “científica” a la idea del agua como primer principio[5]. Esta declaración viniendo de un personaje de la importancia y autoridad de Aristóteles, sustenta de innegable manera la adjudicación del estatus de Filósofo a Tales de Mileto, confirmado aun más por la ausencia de evidencia que sostenga lo contrario.



[1]cfr. Diógenes Laercio Vidas de los filósofos más ilustres, libros I a III. Buenos Aires: Espasa calpe, 1950. pp.25-26

[2] ibidem

[3] ibid., p.27

[4] cfr. Aristotle Metaphysics (apud Patricia F.O’Grady Meet the philosophers of Ancient Greece: Chapter7 Thales of Miletus. Aldershot: Ashgate, 2005. p.29)

[5]cfr. ibidem

sábado, enero 12, 2008

Sabado de lectura a Gonzalo Rojas

LATÍN Y JAZZ

Leo en un mismo aire a mi Catulo y oigo a Louis Armstrong, lo reoigo
en la improvisación del cielo, vuelan los ángeles
en el latín augusto de Roma con las trompetas libérrimas, lentísimas,
en un acorde ya sin tiempo, en un zumbido
de arterias y de pétalos para irme en el torrente con las olas
que salen de esta silla, de esta mesa de tabla, de esta materia
que somos yo y mi cuerpo en el minuto de este azar
en que amarro la ventolera de estas sílabas.

Es el parto, lo abierto de lo sonoro, el resplandor
del movimiento, loco el círculo de los sentidos, lo súbito
de este aroma áspero a sangre de sacrificio: Roma
y África, la opulencia y el látigo, la fascinación
del ocio y el golpe amargo de los remos, el frenesí
y el infortunio de los imperios, vaticinio
o estertor: éste es el jazz,
el éxtasis
antes del derrumbe, Armstrong; éste es el éxtasis,
Catulo mío,
¡Tánatos!


-Gonzalo Rojas-

viernes, enero 11, 2008

Síntesis del Símil de la línea (Platón, República)


El mundo es susceptible de ser conocido. Hay una división general que distingue niveles de realidad a los que se puede acceder: Lo sensible, y lo inteligible (pensable). En cuanto a lo sensible, es el sol responsable de la posibilidad de verlo, así como de su generación y crecimiento; El bien actúa de modo análogo sobre lo pensable.

Imaginemos una línea que represente el mundo como unidad. Esta es dividida (conforme al argumento anterior) en dos segmentos desiguales, correspondiendo el mayor de ellos a las ideas, y el menor a lo sensible. Posteriormente ambas partes de la recta vuelven a dividirse de acuerdo a la misma proporción, quedando cada nueva sección representando fragmentos de realidad cognoscibles mediante distintos “procedimientos”, que corresponden a estadios de progresión jerárquica, ordenados de acuerdo al nivel de realidad capaz de ser alcanzado con su implementación (es decir, se acomodan de acuerdo a que tanto su utilización nos aproxima a la verdad y claridad); De mayor a menor grado ,estos “procedimientos” son: la inteligencia (nóesis), el pensamiento discursivo (diánoia), la creencia (pístis), y la conjetura (eikasía). Los dos primeros versan sobre las ideas (respectivamente, sobre lo que es, y sobre sus representaciones), y los dos restantes sobre lo sensible (respectivamente, sobre lo que deviene, y sobre las imágenes de lo que deviene). Así, de la preparación y acciones del hombre, depende su acercamiento a la verdad.