domingo, junio 01, 2008

Reflexiones en torno al reduccionismo racional


Todo intento de llevar el análisis del hombre y la sociedad a un punto análogo a la ciencia fracasa, ¿por qué? En primer lugar, por que se parte de una ilusión heredada de la modernidad, que gusta de colocar a todo proceder racional como el representante más digno de las capacidades humanas; en posterior momento, una vez aceptada la definición de la razón como tal atributo de superioridad, elaborada en el sistema instrumental más eficaz que hemos conocido bajo la colaboración ciencia/tecnología, se cree en la necesidad de reducir todo estudio del mundo a un émulo de ese patrón comprobado por la experiencia.

No podemos culpar a cada sujeto cuya inducción lo ha guiado hasta ese punto, pues el problema no esta en este proceso por demás natural, si no en el modo de introducción de dos puntos de consideración: el imaginar al hombre y los procesos sociales como reducibles a esquemas e índices cuantitativos factibles de estudio.

El aparejamiento recién mencionado, lleva a la creación de estudiosos cuya corrección (por demás falaz) los hace exigir una objetividad, olvidando que tal atributo es capaz de ser ejercido cabalmente solo por objetos inertes, carentes de una psicología propia y constructo particular de mundo que genere una subjetividad.

Un problema paralelo con este arranque de la ciencia/razón pura, es el establecimiento de relaciones de dominio de culturas sobre otras, bajo el pretexto de una superioridad que debe ser salvado para separar a los de abajo del subdesarrollo que hace presa de ellos, pudiendo tras un exitoso proceso de alienación ser integrados en la civilización (razón + fabulación).

El ejemplo extremo de lo recién mencionado puede encontrarse en el expansionismo europeo de la modernidad temprana, pero su presencia mucho más diluida y peligrosa se encuentra todos los días con el solo hecho de encender el televisor o ir atentos a varias campañas comerciales abiertamente extranjerizantes, exudando valores e ideas propios de pequeños grupos humanos bajo una envoltura de universalidad que pasando por toda una serie de procesos de control estético, aparece frente a acríticos ojos como un paraíso recobrado por el que hay que luchar.

Aquí comienza la función de una estudio generado desde la cautela de una filosofía que le otorgue el balance necesario para navegar alejada de los extremos de la objetividad a ultranzas y la mera fabulación; además de esta necesaria mesura, la filosofía bien ejercida, distante también ella misma de varias ilusiones provenientes de ideas centradas en atributos imaginarios (nuevamente aparece aquí la preeminencia absoluta de la racionalidad, que podría expresarse mediante complejos esquemas de razonamiento, lógica, teoría de conjuntos, entre otros), conduce por los parajes de la visión global del ser humano como un ser vivo íntegro, cuyo desarrollo en todas sus capacidades debe de encontrarse en el centro de toda empresa humana.